El duque exponencial

LOS INGRESOS de Iñaki Urdangarin entre 2002 y 2009 se multiplicaron por 18, pasando de 30.783 a 571.844 euros. Es un crecimiento de casi el 1.800%, pero la importancia de la cifra no es ésa, sino que se trata de la primera vez que se calcula, en términos oficiales, el aumento porcentual que supone la entrada en la Casa Real. Quiero decir: éste es el peso bursátil de la sangre azul cuando se obtiene en usufructo, a falta de conocer el montante real de lo que supone económicamente nacer con ella incorporada. Sobre esto último recomiendo el debate sobre el aborto que ha abierto Arcadi Espada, al que incorporo una cláusula extremista: ¿no tiene un poco de crimen dejar nacer a alguien que no vaya a ser Borbón? Las declaraciones de la renta del duque de Palma, elegidas en un tramo explosivo de su vida y después de cinco años posteriores a su boda como célula durmiente, han sido entregadas por la Agencia Tributaria al juez y suponen un gesto de transparencia, sospecho que el más festivo, en la nueva política de Zarzuela. Si no fuese por el contexto podrían servir como operación publicitaria con la que captar yernos: ¡multiplique sus ingresos, alístese! Sin embargo, las circunstancias son pesarosas. De tal forma que el verdadero crecimiento del dinero del duque a ojos del Estado se produjo al dejar Nóos y fichar por Telefónica; nada raro que la acción de la Justicia se haya dirigido contra su actividad pobre, pues Telefónica es el mayor balneario directivo de España: todo tan legal que da miedo. Este gráfico de los ingresos de Urdangarin, por tanto, cuantifica monetariamente una influencia y sitúa en torno al 1.800% la frontera entre el balonmano y la Casa Real. Son unos resultados más ajustados que los de aquel que demostró la existencia de Dios despejando una ecuación. Aún siendo casi, casi lo mismo.